Quiénes somos

En Barbería Acebal llevamos décadas siendo un referente en peluquería y barbería masculina en Gijón. Nacimos con una filosofía clara: mantener viva la esencia de la barbería clásica, pero evolucionando con las tendencias, técnicas y estilos más actuales.

Nuestro equipo combina experiencia, precisión y trato personalizado, porque entendemos que cada persona tiene su propio estilo y merece realzarlo con autenticidad. En cada visita buscamos algo más que un corte: una experiencia en la que se mezclan la tradición, la elegancia y la atención al detalle.

Lo que nos diferencia no es solo nuestra técnica, sino nuestra pasión por la excelencia. En Barbería Acebal cuidamos cada aspecto del servicio —desde la asesoría de imagen hasta el ambiente de nuestras barberías— para que cada cliente se sienta cómodo, atendido y, sobre todo, especial.

La historia de Alejandro Acebal

Detrás de cada barbería hay una historia, y la nuestra empieza con Alejandro Acebal, quien, curiosamente, nunca quiso ser peluquero. Sus inicios en el oficio fueron casi forzosos, hasta que en 2009, un viaje a Cambridge cambió su destino. Allí conoció a Piero D’Angelico, dueño de una reconocida barbería local, y descubrió la auténtica esencia del oficio: la mezcla entre técnica, tradición y trato humano.

Rodeado de compañeros de distintas partes del mundo, Alejandro aprendió que ser barbero es un arte que va mucho más allá del corte. Esa experiencia marcó su visión y su estilo.

En 2011 regresó a Gijón y abrió su primera barbería en la calle Ezcurdia, a la que siguieron Hurlé (2013), Uría 22 (2015) y Manso (2016). Hoy, sus tres barberías reflejan esa combinación perfecta entre la rebeldía de los comienzos y la elegancia británica aprendida en Cambridge.

Cada rincón ha sido diseñado con pasión, respeto y devoción por el oficio, para que cada cliente, venga de donde venga, se sienta como en casa. Alejandro dedica este proyecto a todos los que lo han acompañado en el camino: su familia, sus maestros y compañeros, sus colegas de profesión, y, sobre todo, a su mujer Sonia y su hija Vega, la luz de su faro.